I
Si el Papa es la cabeza del cuerpo de la
Iglesia, el Clero y las Órdenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve
para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto son tan aborrecidos
de la impiedad, los sacerdotes y religiosos, que a toda hora anda ella procurando
o destruirlos o corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos míos este día de hoy a
rogar por tan importante necesidad.
Pidamos al Sagrado Corazón encienda y abrase
en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que
por su medio gane cada día terreno el reino de Dios sobre la tierra, y se
conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea en ellos, perfecta la
observancia de las leyes eclesiásticas, que brillen en el pueblo por la pureza
de las costumbres, por el desinterés, la obediencia, la humildad y el espíritu
de sacrificio.
¡Oh Corazón de Jesús! ¡Ved cómo está el
mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre
de familias, mandad buenos trabajadores a vuestra Viña. Hacedlo, Corazón
Divino, por vuestra gloria y por la salvación de tantas almas que habéis
confiado a la dirección de vuestros ministros.
Os lo suplicamos muy especialmente, Corazón
Divino, en este día de vuestro devoto Mes.
Medítese unos minutos.
II
Cuales sean los sacerdotes y las Casas
religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo
donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la
negligencia! ¡Cuánto no debe, pues, interesarnos ante el Sagrado Corazón esta
necesidad!
¡Oh Corazón Divino! Dad celosos pastores a
vuestras ovejas, ardientes pregoneros a vuestra palabra, fieles dispensadores a
vuestros Sacramentos. Avivad en las almas que en los Institutos religiosos os
habéis escogido como especial porción vuestra, y que más estrechamente os han
ligado por medio de los votos, el espíritu de oración, la vida mortificada, el
reconocimiento interior, la ejemplar observancia.
¡Señor! Vos lo habéis dicho: "Un poco
de levadura hace fermentar luego toda la masa". Y ¿quiénes son la levadura
de vuestro pueblo, sino estas almas que os habéis escogido de la masa común de
él? Enviad santos religiosos, ¡oh Señor! enviad almas de superior perfección, y
se transformará el mundo.
Medítese, y pídase la gracia particular.