miércoles, 19 de junio de 2013

DÍA 19. PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR NUESTRO SANTÍSIMO PADRE EL PAPA

I

   Hemos llegado ya, ¡oh devotos del Sagrado Corazón! a la última novena de este su piadoso Mes. Hora es ya que pensemos en dirigirnos a Él con nuestro fervor, para rogarle en estos últimos días por las necesidades más urgentes de la sociedad humana. Por las nuestras particulares hemos rogado, cada día y podemos seguir haciéndolo en el fondo de nuestro corazón. Por estas otras, debe ser pública y común, nuestra oración, como son ellas públicas y comunes. Dediquemos, pues, el día de hoy a rogar al Sagrado Corazón por nuestro Santísimo Padre el Romano Pontífice. Y ¿por cuál podríamos ofrecer con preferencia nuestra más eficaz oración? Es el Papa el centro de toda la vida católica sobre la faz de la tierra, base de su edificio, cabeza visible del cuerpo espiritual de que es Cristo cabeza invisible.

   Es, por lo mismo, el objetivo privilegiado de las más rabiosas iras del infierno. Alrededor de su trono rugen con sin igual furor todas las tempestades de la impiedad. Ora fieros y desembozados, le dirigen brutales amenazas sus enemigos; ora pérfidos y capciosos, le tienden astutas amenazas.

   ¿Y habrá quien se tenga por hijo fiel de la Iglesia y deje solo a su Padre  y Pastor en esos tremendos combates? ¿Habrá quien no acuda al Sagrado Corazón por esta primera y más urgente necesidad de nuestros días?

   ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Cubrid con vuestro escudo de protección  a este Vicario vuestro, el primero de vuestros hijos, a quien habéis constituido en la tierra como Padre y Pastor de nuestras almas en lugar de Vos. Asistidle, defendedle, sacadlo vencedor   de sus constantes enemigos. Lo son vuestros los suyos, y cuando contra él se pelea, se pelea contra Vos.

   ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por nuestro venerable Pontífice, sed siempre, y en especial durante este mes, abogado y medianero nuestro ante el Padre Celestial!

   Medítese unos minutos.



II

   De todos los deberes del buen católico, el deber de rogar por el Papa es, sin duda, el primero y principal. ¿Qué familia hay en la cual los hijos no se crean obligados a prestar toda clase de auxilios al padre de ella? Aquí la gran familia es el Catolicismo, y el gran padre de ella es el Romano Pontífice; nosotros somos sus individuos, y los auxilios principales que necesita son los de nuestra fervorosa y constante oración

 Examine, pues, aquí cada uno de nosotros cuál ha sido hasta hoy su conducta en este punto. Aunque no hayamos sido hijos rebeldes y malvados como los que se han alzado contra el Papa ¿no es cierto que quizá nos hemos portado como extraños o indiferentes? ¿Estamos seguros de haber cumplido siempre la obligación de buenos hijos? ¡Ah! tal vez habrá motivo para que se nos acuse sobre esto en el tribunal de Dios. No queramos, pues, permanecer ya en nuestra frialdad y olvido.

   ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Este será mi grito constante en vuestra presencia: ¡Salvad al Papa! ¡Conceded el triunfo al Papa! Dad autoridad y fuerza a sus palabras; hacédselas respetar a ese mundo indócil a su voz; hacednos sobre todo a nosotros obedientes y sumisos a sus enseñanzas. Sean confundidos y disipados los que le quieren mal: vuelvan en sí los que han extraviado la Revolución con sus doctrinas; tornen solícitas al amoroso Pastor las ovejas que se han apartado de su rebaño.

   ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por los méritos de vuestra cruz, por el valor infinito de esta sangre, por los azotes y espinas de vuestra cruelísima Pasión, dadle a vuestro Vicario sobre la tierra lo que por él os pedimos en el día de hoy.

   Medítese, y pídase la gracia particular.


No hay comentarios:

Publicar un comentario