lunes, 17 de junio de 2013

DÍA 17. EN EL SAGRADO CORAZÓN HALLAREMOS LA MÁS EFICAZ PROTECCIÓN

I

   Rodeados como estamos de enemigos, necesitamos a todas horas celoso y vigilante protector. y cuenta que son muchos los tales enemigos, y son poderosos, y nos aborrecen de muerte.

   Todo lo que es enemigo de Jesucristo es por consecuencia de nosotros los cristianos. Tengo pues, enfrente de mí a todo el poder del infierno, y sirvo de blanco a sus ataques, ora de persecución, ora de seducción. El ejército del mal, que inspira invisiblemente Satanás, y visiblemente acaudillan los representantes de este en la tierra, llena el mundo; momentos hay en que ansioso se  pregunta el corazón si no es ya dueño enteramente de él. Sírvenle para la propaganda de sus ideas la imprenta y elocuencia, ejecutan sus órdenes muchos gobiernos, préstanle ayuda extraviados talentos. No hay acontecimiento alguno de cuantos presenciamos, que no sea un hecho de armas en favor o en contra de la causa de Dios, y por consiguiente que no tenga pública o secreta relación con la suerte eterna de cada uno de sus amigos. Porque así como todo lo ha puesto a mi servicio Dios, para salvarme, así todo lo pone en juego el demonio, enemigo mío, para perderme. Toda la rabia del infierno, contra Dios, la descarga él contra mí, imagen suya, ya que contra Dios se reconoce impotente. ¡Pobre de mí, hecho de continuo objeto de tan fieras arremetidas! ¿Hay esperanza de salvación para el hombre en medio de tan obstinado empeño para que la pierda?

   Medítese unos minutos.

II

   Sí, alma mía, tienes un protector más fuerte que todos tus enemigos, y es seguro que nada puede el infierno entero contra quien a tal asilo, sepa acogerse. Acógete al Sagrado Corazón de Jesús. Tómale por escudo, y avanza intrépida. Di con seguridad: "El Señor es mi ayudador; no temeré cualquier cosa que pueda hacer contra mí el enemigo. El Señor es defensor mío; ¿qué puede espantarme? Si se levantan contra mí armados escuadrones, no temerá mi corazón; si se libra contra mi recia batalla, en eso pondré mi confianza".

   ¡Corazón Sagrado de mi adorable Jesús! Ved como está mi alma de continuo asediada, víctima de tenaz persecución, vacilante tal vez ya y próxima a caer en manos de sus enemigos. ¡Valedme, Sagrado Corazón, valedme! Están mundo, demonio y carne contra mí, y yo solo contra todos ellos. Pero no solo, no, sino con Vos, mi dulce bien, mi único amparo, mi protector y fortaleza. No me dan ya cuidado los enemigos. Levántense en mi corazón tempestuosas pasiones; haga brillar el mundo a mi alrededor sus más poderosos atractivos; oiga zumbar sobre mi cabeza el continuo tiroteo de los que persiguen de muerte a Vos, a vuestra Iglesia y a vuestros amigos. A vuestro lado estoy y no desfalleceré. Caigan a mi diestra mil, y diez mil a mi siniestra, no me tocarán a mí los dardos del perseguidor. Clamaré al Señor, y me oirá; conmigo estará en el riguroso trance, y me sacará a salvo, y aun con eso mismo me glorificará.

   Sí, dulce protector mío, bondadosísimo Corazón, en vuestro poder he puesto tal confianza, y sé que no me fallará.

   Medítese, y pídase la gracia particular.



No hay comentarios:

Publicar un comentario